Un Cuento!
En las cercanías
de un lugar hermoso se asomaba la suavidad de un sol que con su tacto resalta
el esplendor dorado de una pradera otoñal, y a la sombra de un árbol frondoso
un ermitaño descansaba, admirando la belleza natural de donde se encontraba,
ensimismado en sus pensamientos, solo contemplando en silencio, de repente a
los lejos justo en la misma dirección venia una muchacha con humilde
apariencia, de vestidos largos con
colores suaves y frescos, venia de las cercanías de un pequeño pueblo
muy cerca de por ahí; nunca había coincidido con el ermitaño por eso, de una
manera inesperada y curiosa, ella gira su tierna mirada hacia donde estaba sentado
este misterioso hombre, asombrándose al verle ahí, y con el valor que la
caracterizaba se decide dar paso hacia este señor que meditaba en tan hermoso
lugar.
Al aproximarse
incrementaba su nerviosismo, ese que te da el impulso de querer saciar tu
curiosidad; al llegar frente al hombre que aún seguía perdido en la llanura,
suelta sus primeras palabras para dialogar
M: hola, Disculpe,
¿quién es usted?, nunca le había visto por estos rumbo.
S: al
parecer señorita le ha ganado su curiosidad más que la prudencia de no hablar
con extraños.
M: lose,
aun así, en mi surgió esa seguridad que me impulso a hablarle a usted
S: ah sí,
a pues pueda ser que vale la pena el poder platicar contigo…
Fue así,
como se les paso el tiempo platicando, cuando la muchacha se percata que ha
pasado rápido el momento en la charla con este hombre misterioso que ahora ya
no lo era tanto, pues con todo lo que platicaron lograron conocerse lo necesario
del uno y del otro, una conexión que avanzo conformo fueron detallando cada uno
de sus peculiaridades personales, ah sí fue como ella emprendió su camino de
regreso a casa dejando uno del otro su verdadera esencia.
Al llegar
a casa de su madre, ella con toda una emoción disimulada por su experiencia, le
cuenta a su progenitora con detalle el encuentro con el ermitaño y la señora
sorprendida le dice que fue valiente al atreverse acercar a una persona
extraña pues todo podía pasar, al terminarle de contar con lujo de detalles
lo acontecido, la madre se sintió tranquila…le dice, hija ese tu tono de voz
suena como de una enamorado, te ha impactado tanto, al escuchar esto la
muchacha con un rostro como que no es con ella la cosa, disimula su entusiasmo,
pero en el fondo sabía que así era, le ayudo a encontrarse a ella misma esta
experiencia, fomentando un sentimiento que no conocía. Así que al pasar del
tiempo ella seguía llegando donde el ermitaño se encontraba, y siempre tenían algo
nuevo que contarse, algo nuevo que platicar, fue creciendo en ellos una
verdadera unión espiritual llena de un querer fraternal, dando como resultado
los nombres verdaderos de estos personajes; él se llamaba amor y ella libertad,
llevando consigo una extraordinaria conjunción, vivir amando en libertad.
Leonardo Gamboa
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